viernes, 9 de mayo de 2014

Poemas de Dolores Etchecopar



9

¿de dónde sopla el viento que abre
las pequeñas jaulas
de la memoria?
el mar está prohibido  dijo una voz
que salía del mar
el mar de las desapariciones
vivíamos allí
¿se puede?
a ciegas tanteo esa sustancia oscura
que atraviesa mi cuerpo día tras día
¿dónde estoy?
ahora levanto uno de sus miles de brazos

y para esa mano más fría que el mar
que me tienden desde la costa
sólo tengo la mascarilla
de la Madonna de los gritos

7

niña helada en una canciónde cuna y de tumba
con cuánto esmero te envuelven
los cordeles los pasos de tu madre
la tardanza de un amor
que teje tu rostro sin descanso
¿qué alimento es ése que tomaste
en el frío
cuando ya no había nada?

cortaron tu bretel de nubes y de nieve
te sacaron del alma del mundo
ultrajaron el obsequio
de tu rostro huyóun jaguar
a la vista de todos

niña larva
apunada de soledad
te doy asilo en mi aliento
en mi protesta
ábrete
hazte unas manos
para levantar de tu pecho y del mío
una casa
hazte un comienzo
en la música
y el rugido
del animal más lento

60

en la foto tu mano se levanta
saludándome
mi trineo se desliza por la nieve
y la infancia

una mano se levanta y me saluda
quizá no haga falta otra cosa

18

en mi casa algo grave le sucedía al silencio había hielo
en un ojo un jardín aterrado era el otro
en la oscuridad nevaba los pasos de mi padre
rápidos llegaban en un día a todas mis edades y entraba
esa luz en mi oído esa luz que quieren los árboles
para tocar el día más allá de sus ramas
más allá de sus frutos heridos por el hielo
yo quería tocar la mañana de esa ciudad
que se iba en los trenes


14

cuando yo tenía tres años
en el dibujo que coloreaba
siempre quedaba una punta
que se salía del contorno
todavía falta  volvías a decirme
condenando el defecto
cada vez que te mostraba mi dibujo
(eras mi hermana dijeron)
durante años estuve borrando
lo que se pasaba de la raya
pero fue inútil
vuelve a brotar insistente
perdurable el defecto
aunque ya no hay nadie allí
donde sigues señalando
el defecto avanza por su cuenta
resquebraja los muros
como una briosa maleza
que ya no quiero arrancarme
tengo para él
otro alimento
otros parientes

32

el sonido de la tormenta
estuvo aquí

el silbido del desastre

un disparo a la intemperie
del corazón

miles de flores amarillas
cerrando sus puños

dejarlo solo entre los pájaros
y la sangre

¿dónde está el cielo?

dejarlo cerca del agua que lava el corazón

ciérrenme les digo a mis ojos
quiero ir en las alas de la lluvia
a su tumba

dejarlo solo en el paisaje

hay que caminar hasta el cielo
para encontrar esa espiga sola
derribada en los ojos
de cada uno

30

ya casi nadie usa papel y tinta
espero que tu carta me llegue de otro modo
que se lean tus palabras
en mis manos
cuando las miro
porque dejan de aferrarse
¿o son mis arrugas tu escritura?

te escribe en la cruz de la puerta
que atravesaste

cuidáme del frío de las palabras
que te envié hace mucho
y ahora me devuelven sin abrir

53

antes de irse
cerró los ojos de cada cosa
que la rodeaba
la mesita de luz         un pañuelo
sus lápices
el jardín       su rosario
los ovillos de lana cerraron los ojos
no volvieron a mirarme
antes de irse
ella me dio la espalda
y el mundo




Dolores Etchecopar, poeta y artista visual, nació en Buenos Aires en 1956. Publicó los siguientes libros de poesía: Su voz en la mía (Corregidor, 1982), La Tañedora (El Imaginero, 1984), El Atavío (El Imaginero, 1985), Notas salvajes (Argonauta, 1989), Canción del precipicio (Grupo Editor Latinoamericano, 1994) y El comienzo (Hilos Editora, 2010). Sus poemas integran varias antologías. Entre los años 1999 y 2000 creó con otras poetas y artistas el grupo de poesía oral y acción poética El pez que habla. Actualmente dirige el sello de poesía hilos editora.