Del libro “museo de postales”
(Editorial El Suri Porfiado, 2008)
museo de postales
(poemas)
(poemas)
canasta en la tierra
ese cielo me calma la tristeza de la tierra está en los cuerpos nadie llenará la canasta con espejos me dejarán el pan el hijo muerto en la curvatura de la espalda de esa mujer pequeña y campesina
museo de postales
calman rembrandt y alonso klimt y miró goya y picasso chagall y hopper millet y emilia (gutiérrez) la de los ojos templados el hundimiento del ser un rejunte manos y postales dentro de una caja falso museo relicario de absortos y despojados un instante de gozo la desdicha una obra del tamaño de lo efímero souvenir del encierro hay que tomar del dolor el óleo de la historia la temperatura final del desamparo
el descenso de jacqueline du pre
(poemas)
(poemas)
“He llegado a la meta de mi corazón.
No hay ningún rayo que vaya más allá.
Dejo detrás de mí el mundo…”
No hay ningún rayo que vaya más allá.
Dejo detrás de mí el mundo…”
Else Lasker–Schüler
preludio la ceniza de mi infancia: mi madre arañaba los ojos del incendio y me dormía así los cuentos de la noche encallaban el árbol en su sombra el agua ardía en el devenir de los infiernos allí donde la música esparce sus caballos y me deja
no puedo quejarme de los huesos: la música se ha enfermado en mí he roto la cuerda un acto de confusión y de olvido miles de manos entre sábanas riéndose intentaron elevarme sostenerme en la gloria me he dormido sobre la escena no hubo tiempo para el desarraigo estoy aquí: los dedos tiemblan cuando amanecen sobre la madera intacta del silencio
no puedo pensar que los huesos se remiendan con el agua la música ha tramado mis jerarquías y mis sombras escribo apuntes nunca serán la voz: ni dvorák ni elgar escribo con el límite de mis huesos soy la ruina de los que me escuchan y lloran el sol me olvida recoge sus telares mi violonchelo indaga el azoro en mi cuerpo recoge el ritmo de su condena
no puedo quejarme de los huesos: la música se ha enfermado en mí he roto la cuerda un acto de confusión y de olvido miles de manos entre sábanas riéndose intentaron elevarme sostenerme en la gloria me he dormido sobre la escena no hubo tiempo para el desarraigo estoy aquí: los dedos tiemblan cuando amanecen sobre la madera intacta del silencio
no puedo pensar que los huesos se remiendan con el agua la música ha tramado mis jerarquías y mis sombras escribo apuntes nunca serán la voz: ni dvorák ni elgar escribo con el límite de mis huesos soy la ruina de los que me escuchan y lloran el sol me olvida recoge sus telares mi violonchelo indaga el azoro en mi cuerpo recoge el ritmo de su condena
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