Presentación de Doble Cielo en la Feria del Libro de Santiago del Estero 2010 junto a Alberto Tasso |
En la Poesía hay un espacio donde la palabra es una intrusa. Hace tiempo. Yo era un muchacho. En un paraje del límite entre Santiago del Estero y Catamarca donde se extiende el río Morteros. Recorría el cauce saltando sobre las rocas. De pronto en la orilla, en la ribera, descubrí una vara un poco más larga que mi altura, consideré que vendría bien usarla como bastón para mantener el equilibrio sobre la resbaladiza superficie de las piedras. Iba a tomarla, pero ya cerca noté que se trataba de una lampalagua. Dormía laciamente aprovechando el sol de la mañana. Me volví, levanté una gran piedra y desde una distancia prudencial la descargué sobre su cabeza. Al recibir el golpe el animal se descompuso en una masa convulsionada que se armaba y se desarmaba mientras yo corría alejándome, para de inmediato regresar y ser testigo del resultado de mi ataque. La serpiente yacía desmembrada, inmóvil. Me aproximé para observarla. De pronto, ella se recompuso. Al notar mi presencia adoptó por primera vez toda la potencia de un ser poderoso, en actitud de ataque. Esa procesión de mágica inteligencia. Ese remolino quieto de tanta belleza aérea y terrena aliándose a mi temor-pavor ¿escucharía con todo su cuerpo, con todo el lentísimo avance de su cuerpo? Repentinamente comenzó a retroceder, sin perderme de vista, con una ondulación ambulatoria, abriendo su boca roja, mostrando los finos colmillos, ahuecando el aire con sus bufidos. Mientras aquel vientre escamado se deslizaba sobre la gruesa arena produciendo una fricción cuyo sonido se hacia más presente que el murmullo del agua corriendo sobre las piedras. Luego en su retirada se escondía y desaparecía para siempre en esas puertas oscuras o esos túmulos que se hacen caprichosamente entre los arbustos y las barrancas. Tengo la convicción que a partir de aquél hecho comenzó mi relación con la Poesía, el porqué nunca lo he podido esclarecer. Me ha quedado la imagen de lo mágico y sagrado de la naturaleza, algo así como el eco de un silencio que se repite y que previene ese mundo animal de donde venimos. ¿Cómo puede el habla, o un texto transmitir con justicia la forma y la vitalidad del silencio?... (de Doble Cielo - Argonauta, 2010)
Julio Salgado nació en Frías, Santiago del Estero, Argentina, en 1944. En 1962 participa del grupo Jardinalia, en Santiago. En 1976 funda "Edición del poeta" con Edgar Bayley, Francisco Madariaga y Roberto Sánchez. Entre sus obras publicadas se encuentran: Poemas murales (Buenos Aires, Alto Sol, 1969); Escrito sobre los animales solitarios (Buenos Aires: Numen y Forma, 1971); Agua de la piedra (Buenos Aires: Edición del Poeta, 1976); Caja de fuego (Buenos Aires: Cisandina, 1983); Paisaje y otros poemas (Buenos Aires: Último Reino, 1991); El ave acuática (Santiago del Estero: El Barco Edita, 1999. Libro de Artista ilustrado por el autor en edición limitada) Trampa Natura (Ediciones Último Reino, 2000.), una Antología poética editada en Venezuela en 2008, y Doble Cielo (Argonauta, 2010)
Enlaces:
Festival de Poesía de Medellín
El Vendedor de Tierra
Poetas Argentinos
Poesía de Santiago del Estero
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